Mi Patio de Recreo
Texto escrito en la celebración de los quince años del Colegio
Soy jardinera, gracias a este don va mi corazón desnudo recogiendo lágrimas y sonrisas entre las flores vivientes de mi jardín. Las hay de muchas formas y colores, pero todas exhalan el aroma de la ilusión pura que pone alas en su niñez, por eso, a veces parece que volaran por el prado fresquito de rocío.
Sólo sembrado de niños, concibo el espacio abierto a su recreación. A veces, traviesos, se me pierden para encontrarlos entre las veraneras que revientan de color y que hacen choza a su juego de papá y mamá.
Otros descubren la mágica corriente que forma una llave abierta por donde navegan barquitos o simples hojas secas que naufragan cargaditas de fantasías infantiles.
Hay ingenieros y arquitectos que en la arenera compiten en creatividad y una llanura verde sirve de oeste a los intrépidos jinetes en sus caballitos de palo.
No podían faltar los soñadores que encaramados en la cerca o en los árboles, esperan ansiosos el paso del tren que ayer abordaron, en éxtasis de alegría, en aquel paseo inolvidable a Tuluá.
El pequeño zoológico despierta la curiosidad de los más sensibles y comparten conmigo la responsabilidad de su cuidado.
En este ir y venir no he nombrado los Higuitas y los Valderrama que se entrenan para ser las glorias del mañana, mientras tanto lanzan en forma de balón sus sueños de colores a los cielos.
Ganaderos en potencia también alberga este patio de recreo, eso se les nota cuando pasa Omar, el papá de Víctor Alfonso a pastar su rebaño.
También los hay que hablan solos entre los pomarrosos y guayabos, tirando de vez en cuando una piedra que ha de volver con un regalo y al bolsillo va la fruta verde a acompañar el grillo y la rana que ahora rato cogieron en el charco.
Este, señores, es mi jardín! ¿No ha notado la guirnalda que siempre viste mi corazón?